segunda-feira, 9 de novembro de 2015

Volviendo

A veces uno se desvía, pero vuelve. Yo creo que de una o de otra manera, al final, acabamos encontrando el camino de vuelta. No ocurre esto de forma automática, pero hay como que una tendencia a que uno vuelva a ser la persona que esencialmente es. Obviamente, hay que querer. Hay que hacer un esfuerzo. Pero lo bueno es que a medida que vamos volviendo a ser la persona que somos, el esfuerzo va siendo cada vez menor. Es como si hubiera una inercia positiva. Una fuerza interior y también exterior, que nos va trayendo de vuelta para que seamos la persona que siempre fuimos. Hoy vi esta urna, y me vinieron ganas de fotografiarla. Ella me recuerda un escrito de Julio Cortázar sobre John Keats, que escribió “Oda para una urna griega”. El Padre José Comblin decía que el mensaje de Jesús es simple, pero que esta simplicidad está para nosotros como la ciudad en la cumbre de la montaña. Nos movemos como si la fuéramos a alcanzar, sabiendo que tal vez nunca lleguemos allá. Hoy pensaba en la simplicidad. Mi madre era apreciadora de lo simple, lo que no tiene ni admite división. Uno ser la persona que es, es más fácil que estar tratando de seguir caminos ajenos. Yo me pasé mucho tiempo convencido de que era otra persona, y no la persona que soy. La alienación intelectualista. La alienación de un cierto espiritualismo divorciado de la vida y de la familia, divorciado de todo lo que existe. Divorciado de la comunidad, de lo que es próximo, de lo que está aquí. Pero así como me distancié de mí mismo hasta casi perderme del todo, y fui volviendo, lo sigo haciendo. Sigo volviendo. Ciertamente que no vuelvo solo. Vuelvo en familia Vuelvo en comunidad. Son mis amigos y amigas, las personas del mundo que me compone por dentro. Este mundo es grande, gracias a Dios. Gente muy valiosa. El mío es un mundo grande y pequeño al mismo tiempo. Es un mundo de lo intangible. Lo que no tiene valor de mercado. El arte, la poesía, la oración, la literatura, son parte de mi mundo. La Terapia Comunitaria Integrativa, sin duda. Tal vez más que todo, pues fue en esa red, donde empecé a reconocerme como lo que soy. Empecé a deshacerme de las falsas ideas sobre mí mismo, dejando de lado el auto-rechazo que había internalizado. Empecé a amarme, a quererme bien. Volvió, va volviendo, una sensación muy buena de paz, de tranquilidad. Fluyendo.

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