domingo, 13 de março de 2016

Raíces

Sobre la arena, la espuma era como cristales transparentes. Rosarios de vidrio líquido, que venían a mis pies y se iban. Recordé un poema mío de muchos años atrás, que dice: “No es difícil ser poeta en João Pessoa. Basta llegar a la beira mar, y ver el rosario de luces que une Cabo Branco a Cabedelo.” En la playa, la humanidad. Mujeres tomando sol. Gente jugando a la pelota. Niñitos haciendo sus cabriolas, o simplemente andando por ahí, de la mano de su padre. Las sombrillas. Los vendedores de barriletes. Los barcos, como pintados sobre el mar turquesa y verde. Al volver al veredón, la policía militar, en el busto de Tamandaré. ¡Tantos recuerdos, en este pequeño pedazo de mundo tan mío! Pertenezco a este lugar, más que a otros lugares. Aquí me planté, eché raíces. Aquí voy viniendo a mí, voy volviendo a ser la persona que soy. Voy deshaciéndome de las máscaras con que me cubrí durante años. Es tan tranquilo, ser uno mismo. Se parece más a un fluir. Dejar de querer empujar el mundo.  

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