terça-feira, 7 de novembro de 2017

Celebración

Me pongo a escribir, por la simple necesidad de hacerlo. Estar en mi lugar. Ser yo mismo. ¿Hay una necesidad o razón mayor? Escribo sobre la vida que llevo aquí en la casa de campo, y en la ciudad. Aquí veo los pájaros y escucho sus cantos.  Siento el perfume de las flores del campo. La vida es más intensa aquí. Presiona menos el bombardeo diario de desgracias y negatividad de los medios de información. Se diluye en un ambiente que llama a la oración, a la contemplación. Viene la presencia de mis abuelas y abuelos. Mis padres y hermanos. Mis hijos e hijas. La vida se condensa y se resume. Miro alrededor y veo las mangabeiras, que son como un anidamiento continuo y esencial. Es como si uno estuviera en el regazo de Dios. Me rodean los colores con los que paso el tiempo jugando, como cuando era niño. Los libros donde me refugio y me rehago, continuamente. Vienen memorias de tiempos difíciles. Tiempos que hoy se reciclan en un florecer que me asemeja a todas las personas a mi alrededor. Agradezco haber sido capaz  de rehacerme cada vez que me tocó hacerlo. La vida es un desafio constante. Sé que la vida en sí misma, será para mí, siempre, un misterio. Ahora es ya un solo domingo. Un único día de celebración y agradecimento.

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