Llego a mi lugar y respiro aliviado. Nada como estar aquí. En
mí. Vuelvo de la playa. El mar y el cielo. Los barcos flotando. El barranco de
Cabo Branco a lo lejos. El cinturón verde de palmeras bordeando toda la bahía.
Los edificios asomándose en medio de la vegetación. Las mujeres que me llamaron
la atención por su belleza. Una, en especial, andando por el veredón. ¡Cómo gano
energía al contemplar lo bello! Las arenas me reciben con su antiguedad. ¡Tantas
personas que he encontrado en estos paseos! ¡Tantas oraciones y reflexiones! ¡Cómo
la vida se va procesando minuto a minuto! Recuerdo la reunión de ayer, del
curso de formación en Terapia Comunitaria Integrativa en la sede del MISC-PB (Movimento
Integrado de Saúde Comunitária da Paraíba). La necesidad de estar presente,
explicitada por varios participantes, inclusive yo. Me siento más yo mismo, en estos
encuentros. ¡Se deshace una sensación de que soy tan diferente de todo el
mundo! Recupero una despreocupación y una confianza infantiles. Vuelve la vida
inicial. La vida primera. Rehago mi vida, y veo que las personas a mi alrededor
hacen lo mismo. Nos vamos rehaciendo. Recuperando el sentido del vivir.
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