Creo que siempre vale la pena insistir en algo a lo
cual le damos mucho valor. En este caso, me estoy refiriendo a lo que uno va
consiguiendo de transformación personal a través del ejercicio de la lectura y
de la escritura. Algo que me ha venido llamando poderosamente la atención, es
que a través del escribir continuo, del escribir como una forma de vida, uno
va, de hecho, dándole forma a su propia vida. Uno va haciendo el mundo en el
que vive. El mundo va perdiendo una cualidad de distante, ajeno, extraño o aún
hostil, para pasar a ser algo propio, placentero, unificado, integrado. Ayer u
hoy, no recuerdo bien, recientemente, al fin, me pasó de estar mirando unas
nubes por la ventana, y sentir esa nube como algo familiar. No era familiar en el
sentido de algo conocido o frecuente, sino en un sentido más íntimo. Ya debo haber
de algún modo incorporado varias partes del mundo externo, las cuales cuando
las veo, ya no son en absoluto externas. Ya son mías, un mío grande, como
cuando uno era chico (pero esta memoria no la tengo firme o cierta). Otra cosa
que me llama la atención es que al escribir, y al recibir comentarios o impresiones
sobre lo que escribo, también las personas van pasando a formar parte de mi
mundo interno. Ya no están tan afuera, ya no tan lejos, o nada lejos, en absoluto.
Se van borrando las fronteras, siempre tan dolorosas, entre yo y los demás, entre yo y el mundo
exterior. El mundo exterior y yo, el mundo interior y la gente, al final son
barro de la misma hechura. Todo está hecho de trabajo, de manos, de
intercambio, de construcción colectiva. En el diario vivir, también percibo aún
otro resultado del quehacer de escritor, de la vida de lector, que están
estrechamente entrelazadas. Escribir y leer son dos lados de una misma realidad.
Me refiero a que mis pensamientos y sentimeintos, mis acciones y reacciones,
están como que contenidas en um universo simbólico y de significados, hecho
tanto por mí, como por los escritores y escritoras que forman parte de mi mundo
interno. De este modo, cuando estoy hablando con alguien, y siento lo que la
persona está diciendo o la reacción que me viene (de decir o de pensar), como
algo contenido en un universo más grande, hecho tanto por experiencias mías,
como por las lecturas leídas. Creo que cada lector o lectora, cada
escritor o escritora, podrán agregar
muchas más experiencias a este breve inventario.
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