sexta-feira, 26 de setembro de 2014

Residencia

Como tantas otras veces, ahora escribo sin tener algún propósito definido en la mente. A no ser el saber, ese saber que se ha ido afirmando a lo largo del tempo, de que cada acto de estos, cada venir a la hoja con la pretensión de aprehender y comunicar algo, me va trayendo más acá. Cada vez más acá, más hacia el lugar donde estoy, donde soy, donde me puedo encontrar y de hecho me encuentro con vos, con todas las personas, con el mundo, con el tiempo que se escapa y vuelve y se queda, eternamente. Ahora acabo de volver de un encuentro en familia, en Bessa. Una casa que tiene ya muchos recuerdos. Muchas otras reuniones. Una casa donde ya me he encontrado tantas veces, que estar allá es como ir al encuentro de mí mismo y de este pequeno o no tan pequeño mundo de afectos familiares que me constituye. Hoy me llamó la atención un precioso cuadro de Bagdad antigua. Una lámpara amarilla en el techo de la sala. Unos revólveres también antigos sobre una madera en el barcito. Y las calles empedradas. Vuelvo de esta casa a mi casa en Tambaú. Y otra casa em Mendoza dejé atrás hace unos días. Una casa que me espera también. Tantas casas. Todas las casas son una sola casa. Una única casa. La casa donde he nacido y vivido hasta hoy, y donde viviré hasta el instante en que me pase al otro lado, definitivamente, si es que así son las cosas. Si no, lo sabré al día siguiente y estaré de nuevo por aquí, como siempre. 

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