También volvió mi
río interior. Una sensación de estar fuera de lugar, o de no tener
un lugar, o de estar en el lugar equivocado. Como si nada estuviera
bien. O las cosas no fueran como deberían ser. Es tu naturaleza,
decía mi madre. Es tu naturaleza. Ella decía esto muchas veces. Y
yo escucho hoy estas palabras de mi madre, a través del tiempo. Ella
está más cerca. Escribo para tener un lugar donde vivir, como decía
Anaïs Nin. Escribo como se crea un país, un ambiente. Un lugar
donde uno pueda respirar, donde uno pueda ser. ¿Dónde
debería estar? ¿Cómo
debería ser? ¿Cómo podría
llegar a ser? Mientras me hago estas preguntas, viene a mí la suma
de mis días. La unidad completa de mi vida. Mis raíces. Las ramas y
las flores. Los frutos que el tiempo ha ido dando, y los que dará.
Unas ganas de llorar no sabes bien por qué. No es que me acuerde de
algo malo o doloroso, no. Es solamente el agua interna que viene.
Viene el agua y la dejo llegar. Es como si quisiera decirme cosas. Y
me las dice.
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