quarta-feira, 13 de maio de 2015

Volviendo

Dejar que las palabras vayan bajando a la hoja. Como tantas otras veces, que ya parece un ritual.Volver a la fuente. El manantial. Beber del propio pozo. ¿Qué diría? ¿Qué podría llegar a decir? ¿Qué diría que me contuviera, si esto del escribir se ha venido haciendo cada vez más una auto-construcción contínua. Un hacer el mundo en el que vivo. Un hacerme a cada día, cada instante, en todos los momentos. No tan así, no siempre así, pero mucho así. Un dejar que la palabra venga a decir cosas. Ser palabra. Dejarte palabra venir. Soltar las reglas gramaticales y las normas del habla correcta.

¡Qué importan tantas reglas y normas, si no siempre nos conseguimos comunicar, de tan atenidos a ellas!

De repente permitir que la vida te diga cosas. Como cuando andás por las veredas de Mendoza, después de tantos años, y es como si nunca te hubieras ido.

Ves los rostros de tantas personas que te han ido dando la bienvenida a su modo, simple y sinceramente.

Y es como si nunca me hubiera ido. Como si nadie se hubiera ido. Como si aquél sueño de muchos y muchas, se hubiera realizado.

¿Y no será que se está realizando? No quiero nunca contarme entre el número de los escépticos, aquellos que se contentan en criticar todo y a todos.


Prefiero seguir manteniendo la esperanza y la fe, que muchas veces son una llama pequeñita, pero sin ella, sin ellas, esperanza y fe, no hay vida. ¡Viva entonces, vida! ¡Viva, vida!

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