terça-feira, 28 de abril de 2015

Esperanza

A veces me pongo a escribir, por no tener otra cosa que hacer. Talvez esperando que al ir poniendo las letras en la hoja, se pueda alejar alguna tristeza, un desánimo, un peso en el alma. Quién sabe escribiendo pueda alcanzar algún rayo de sol, una luz, una hendidura, como dice Jorge Luis Borges. Un espacio, un lugar donde pueda ser feliz. Soñar otra vez con la felicidad. Quién sabe escribiendo pueda ver que todavía hay una esperanza, todavía puede llegar un momento de plenitud. Muchas veces en mi vida he encontrado la luz en medio de la oscuridad.

segunda-feira, 27 de abril de 2015

Comprendiendo

No soy un robot. No estoy siempre con la misma disposición de ánimo. No necesariamente encuentro buena disposición para hacer las cosas que creo que tengo que hacer. No siempre tengo buena disposición para hacer lo que es necesario hacer. No siempre consigo hacer todo lo que es necesario que haga. No siempre consigo cumplir con mis compromisos. No siempre me doy cuenta de que todo esto muestra que soy simplemente humano. Apenas un ser humano.

sábado, 25 de abril de 2015

Pinceladas

Hoy parecía no haber nada en especial para compartir. Sin embargo, cada día trae algo memorable, aunque sea en medio de las cosas comunes. Andar por las calles de Mendoza, cubiertas de árboles. Parecen túneles verdes. Caminar por la alameda. Comprar unas telas para pintar. Colores y pinceles. Ir preparando un lugar. Un libro, un cuaderno. Una tela y colores. Pinceles. Papeles. Espacios. Lugares. El congreso de la Terapia Comunitaria en Ouro Preto en setiembre. Espacios. Lugares. Redes. Familia. Una película sobre el Padre Pío que vimos esta tarde con mi padre. La recordación de una frase de la Imitación de Cristo, que me trajo gran paz. Hacer la voluntad de Dios. Un libro de Cronin, A figueira de Judas, que me espera. Un cuaderno y un lápiz. Un libro. Espacios. Lugares. Raíces. Familia. Historia. Memoria.

segunda-feira, 20 de abril de 2015

Uniendo

¿Qué podría llegar a escribir? Otra vez lo mismo. Pero no lo mismo. Nunca es lo mismo. En las variaciones está el secreto. A esto es a lo que nos tenemos que acostumbrar: a ver lo nuevo. A veces cambios pequeñitos, pero cambios al fin. Los días nunca son iguales a los días que ya vivimos. Siempre hay cambios. Ha habido muchos cambios desde que comenzamos a vivir, hasta el día de hoy. Hasta este ahora, esta hora en que escribo estas cosas que vos leés. Hay algo muy sutil que me he ido acostumbrando a captar. Algo muy tenue, pero muy real. Es como la trama fina de la vida. Es lo que es la vida en sí misma. Lo que la vida me va dejando en su infinito pasar. Lo que me ha sido posible ir captando de cada instante que me ha sido dado vivir hasta ahora. Son como finos trazos, hilos que se tejen y que unen un momento con el otro. Una palabra que escucho de alguien, y otra que escucho de otra persona en seguida. Un instante y el otro, todos los instantes, todos los lugares, todos los hechos, las personas, las emociones, los sentimientos, todo unido. Un solo tejido. 

sexta-feira, 17 de abril de 2015

Compañía

Poner una letra en la hoja me remonta a las primeras letras que puse en una hoja. ¿Será esta una de las razones por las cuales es tan fascinante este quehacer, este ejercicio? Algo tan simple, un gesto tan aparentemente trivial, tiene un efecto tan poderoso. Quien sabe sea por eso que el escribir tiene ese hechizo tan perenne, esa fascinación de crear mundos, inventar realidades, hacerse uno el hacedor de lo que vive. Poner una letra en la hoja se me antoja, ahora, como una especie de rito virginal, un movimiento original que da nacimiento a un paisaje, un espejo, un rostro, una casa, una calle, un campo, un país, una mujer, un niño, un anciano. Todo nace de una mano que escribe, una mano que dibuja, una mano que pinta, desparramando colores por la hoja. Tal vez sean estas las razones que hacen que me permita un cierto derroche en la compra de libros y papeles para pintar, cuadernos y colores. Muchas veces esos libros y colores, cuadernos y hojas, pasan años sin ser usados. Pero están allí, me hacen compañía. Y en algún momento su recuerdo y su presencia vienen a mí, no importa donde yo esté: si por la calle caminando o en una sala de espera, o en la avenida San Martín o en la calle San Juan o en un avión o en un ómnibus rumbo a Paraná , Posadas o Rosario o San Luis o San Rafael. Los colores y los libros, los cuadernos y las hojas, son mundos en potencial. Puedo abrirlos o sumergirme en ellos, o dejarme llevar por sus hojas, y entonces todo es posible. Todo se unifica, el tiempo y el espacio. Hay un solo tiempo y un solo espacio. Un espacio-tiempo unificado, que es el tiempo primero y eterno, el tiempo de la niñez que no termina, no puede terminar, pues es el propio juego de la vida, incesante y contínuo, interminable. Por eso escribo y leo y pinto aún cuando no lea ni escriba ni pinte. Ya todo está, como dice Borges en su poema Para uma versión del I King, el libro de las mutaciones, y en la proximidad de los libros y papeles y cuadernos y colores, ese estar del todo, es aún más total. Más presente, más eterno y contínuo.

quinta-feira, 16 de abril de 2015

Otra vez la noche.

Otra vez ayer. Otra vez el otoño en Mendoza. El verde y amarilllo adonde uno se sumerge como en un cristal transparente. Y ahora la noche es amiga, anida. No es como noches de antaño, acechantes, amenazadoras. Ahora es noche nada más. Tiempo de estrellas y de luna, escondidas por las nubes. Pero noche al fin. Tiempo que sucede al día, y lo antecede. Noche, día. Tiempo de dormir, a su tempo. Tiempo de reunir algunas impresiones. La sensación de estar plantado en el aire. Sentirse en el aire. El aire es la tierra. La tierra es el aire. El aire es lo que nos sustenta. El aire es nuestra tierra. Somos aire, también. Sobre todo. Um camión passa por la calle. Dobla más arriba. Y el tic tac del reloj acompanha la ya casi curva del día que se hace noche día. Noche, día. Buen día, noche. Buen día, día noche. Buen día. Rostros de personas que empiezan a hacerse familiares. Atreverse a decir lo que uno piensa. Es necesario. Democracia es también eso, es poder decir lo que uno piensa. Los derechos humanos no son propiedad de un gobierno o de un partido. Los derechos humanos no son una cuestión de ideología. Los derechos humanos pertenecen a la humanidad. La dictadura presentaba los derechos humanos como una cuestión de izquierda. La ditadura se presentaba como en lucha contra la subversión de izquierda. Pero la dictadura era una subversión de derecha. La derecha tampoco es un partido, solamente. La derecha es el poder, sobre todo. La derecha es opresión, injusticia, desigualdad. Y ahora ya la noche. Y ahora ya el tic tac del reloj. Y ahora ya esas sensaciones tenues de inclusión que viví durante el día. Esa sensación de que todo estaba bien, la sensación de que todo está bien. La sensación de que puedo confiar. Puedo existir en sociedad sin tener que negarme, sin tener que falsearme. Puedo ser yo en todas las circunstancias. Puedo fluir. Puedo seguir construyendo comunitariamente, vínculos solidarios. Ese mundo cara a cara en el cual me puedo reconocer. Esto era lo que soñaba cuando era joven, y es lo que sigo soñando. Los sueños son la realidad, cuando uno insiste bastante. Entonces ya lo imaginario, entonces ya aquello que no muere, aquello que sobrevive a todos los cambios. Eso es real. Eso es lo que está aquí y ahora. Eso es lo que es. Y yo soy eso, Soy esto que está aquí, ahora. Ahora esta noche, aquí.

terça-feira, 14 de abril de 2015

Floreciendo

Muchas veces me vienen recuerdos del tiempo de las dictaduras. Distintos sentimientos, entonces y ahora. Cómo todo ese pasado, tanto el de la resistencia a la dictadura de 1966-1973, como el siguiente, de 1976 en adelante, todo ese tiempo oscuro y tenso, toda esa movilización y silencio, toda esa utopía y miedo, toda esa solidaridad e impotencia, toda esa luz y esa sombra, están unidas hoy en un florecer silencioso, solitario y grupal. 

segunda-feira, 13 de abril de 2015

Otro tiempo

Hay un tiempo unificado, al cual puedo integrarme --y de hecho me integro-- cuando miro las flores del jardín, o la estatua del rosedal, o la belleza de una mujer o de un atardecer, o cuando escucho el canto del pájaro o veo el rostro de un niño o el fluir de las aguas del río o el resplandor del mar a la noche bajo la luz de la luna. Este tiempo es eterno, es un tiempo que no pasa. Es un tiempo detenido, en el cual me uno a todo lo que existe. El pasado y el presente de mi vida se unen. 

Ya no hay ayer o ayeres, ni hay allá lejos o no sé donde. Todo es un ahora extenso e intenso, quieto, inmóvil, prácticamente. No importa si estoy en una tienda mirando ropas o en el gimnasio escuchando música y viendo las flores a la orilla del zanjón o escuchando a mi padre o simplemente descansando. 

Lo que importa es si estoy relajado, con poca o ninguna expectativa. Sin exigencias o casi sin exigencias. Entonces es como si me extendiera en todas las direcciones, sin salir de mi lugar. En realidad, creo que ese es mi lugar, ese mundo de belleza y quietud al que accedo muchas veces cuando leo un libro o recuerdo un poema. 

No necesito estar forzándome todo el tiempo, ni reaccionando todo el tiempo. No necesito estar siempre reparando en lo que falta, lo que no hay, o lo que no es como me gustaría. La gente es como es, el tiempo es el que es, y cuando aflojo un poco mi exigencia o mis expectativas, lo que está me satisface. Y me da una alegría serena y suave. 

domingo, 12 de abril de 2015

Domingo

Esta mañana, fui a comprar el diario al kiosko de la esquina. Como el diario no había llegado todavía, me traje unos libros de Isabel Allende y uno de Julio Cortázar. Las veredas cubiertas de hojas. A la tarde, anduvimos por el Challao, el parque San Martín con sus avenidas de palmeras y sus prados. Los árboles verdes y amarillos. ¡Tantos matices! ¡Tantos tonos! Después una vueltita por las plazas: Independencia, España, Italia. Los túneles de árboles, por donde pasan las calles y los autos, como venas. El otoño en Mendoza.  

sábado, 11 de abril de 2015

Meu lugar

Muitas vezes não tenho nada para fazer. Venho então para o mundo poético e literário. Ali posso me deixar estar, sem demandas de desempenho. Sem exigências. Sem pretensões de nenhuma natureza. É como se neste espaço, neste lugar feito da beleza do mundo e das coisas, das pessoas e das plantas, de tudo que existe, estivesse no meu próprio lugar. Um lugar feito dos jardins visitados, das flores contempladas. Dos entardeceres e amanheceres, das vistas do mar à noite, quando a lua no meio das nuvens, nos vigia e protege. O lugar dos sonhos realizados e por realizar, e, ainda, dos sonos impossíveis que a nossa imaginação visita e constrói, para o seu deleite. Aqui volto a ser criança, simples e puramente uma criança, a desfrutar do respirar, do ver o papel da parede com seus desenhos, do estar à toda na vida, sem expectativas outras que as de desfrutar, desfrutar, simplesmente e puramente desfrutar. Por isso, numa tarde de sábado como esta, me deixo deslizar até esse mundo de beleza e quietude, o mundo poético-literário, aonde fui sendo admitido desde o começo da minha vida, a partir das leituras dos contos que a minha mãe nos lia, as canções que as minhas avós cantavam, os campos floridos por onde um dia irei para não voltar, porque estarei já no meu lugar.
Si fuera un poema,
Podría leerlo sin esfuerzo.
Dejaría la vista correr
Como el agua que redondea
La estatua blanca del Rosedal.
Los pergolados. Los clarines de guerra.
Las rosas y los claveles.
El agua corriendo, deslizando.

Sería un poema.

domingo, 5 de abril de 2015

Cambio

A veces no puedo dormir. Pienso que son varias cosas. Asuntos pendientes, cosas que quedaron por hacer, o con las cuales me preocupo. Dificultades cotidianas. Pequeños conflictos de convivenica y/o adaptación. Estímulos en exceso. Posibilidades. Expectativas. Procesos en marcha. El pasado que vuelve, de distintas maneras. Todo esto genera una actividad interna que de algún modo pone al sueño en segundo plano. Tengo la impresión de que cuando tenga alguna actividad manual como la jardinería, la pintura o el arreglo de desperfectos domésticos, esto va a mejorar. A lo mejor es al contrario, y es que en ese entonces se agregarán nuevas pendencias y preocupaciones.

Uno nunca sabe. Lo cierto es que no es fácil ser humano. Lidiar con las varias dimensiones que nos componen. Algo que me alegra, en medio de todo esto, es que toda esta agitación o movimiento, son señales de vida. Señales de cambio: algo se está ordenando. La vida refluye sobre sí misma y se abren puertas para lo nuevo, en medio de un proceso en el que cada cosa va ocupando su lugar.

Algo que puedo discernir con claridad, es que todo este remolino que ahora me impide dormir, es parte de un proceso por el cual voy saliendo de una cierta inercia o repetición. Se va rompiendo un modo dominado por lo viejo que se imponía con casi exclusividad, lo que siempre fue, lo que siempre hice, pensé, sentí, etc, y lo nuevo que nace de esto antiguo. 

Ayer-ahora

Muchas veces, el día ya ha comenzado, pero lo que vivimos en realidad, es una especie de superposición del ayer o los ayeres, varios pasados pesando sobre el presente. Un área fronteriza, una región intermediaria entre lo que fue y lo que es, esto que está aquí pero que sin embargo no sabemos muy bien si es esto que está aquí, o lo que recordamos que estuvo ayer aquí.  De todas formas, el día ya ha comenzado. Con todas estas resonancias del pasado, el día ha comenzado. Escucho los ruidos de la calle. Un perro a lo lejos. Unas gallinas. Las palomas y otros pájaros. Y mientras registro estas cosas, la impresión de que no sé si esto está siendo, o ya fue. Si esto es lo que está ocurriendo, o un resabio de lo que ya ocurrió. Me parece que de algún modo, el presente contiene siempre alguna proporción de pasado. El ayer ahora me viene claro, en el recuerdo. Las sensaciones de cielo, celeste. El verde de la morera que ví en la calle Huarpes al volver del mercadito. El paseo por el barrio, realizando algunas diligencias. La reflexión sobre las palabras del Papa Francisco, de que ahora estamos vivendo el tiempo de la Gracia. Los momentos pasados en compañía de mi padre y mi esposa. Mis hijos e hijas. El recuerdo de mi madre y mis hermanos. Mi familia que está lejos o que ya partió. Todo aquí, tan presente. Esto fue ayer. Y es ahora también al evocarlo. La película de anoche: Love comes softly, la primera de la serie. Todo esto puede ser bastante familiar a quienes estén habituados a la literatura. Jorge Luis Borges en El despertar. Julio Cortázar en Ahí pero donde, como. Graciliano Ramos en Insônia. Marcel Proust en En busca del tiempo perdido: A caminho de Swann. La realidad es más literaria.

quinta-feira, 2 de abril de 2015

Desprogramando

Muchas veces me parece que tengo algún problema, alguna dificultad, o que algo anda mal. No hay ningún problema ni ninguna dificultad, ni nada anda mal. Pero es como que hay una especie de programación para que piense que sí, que algo anda mal, o que hay algún problema. Es una programación sutil, y al mismo tiempo bastante evidente. Forma parte del padrón cultural más amplio de la sociedad. Sin embargo, no tengo la obligación de acatar eso. Basta mirar de cerca, para que desaparezca. Hoy el día ha amanecido claro en Mendoza. Pienso en algunos amigos y amigas que viven en Joao Pessoa. Otras personas queridas que viven en distintos lugares de Argentina y Brasil. Pienso en la vida que llevo. La salud que tengo. Las cosas que me interesan y a las cuales me dedico. No hay motivo para pensar que algo ande mal. No anda mal. Al contrario, todo anda bien.