sábado, 19 de dezembro de 2015

Compañías

Hay algunos cuadros que me acompañan, sin que ya hayan llegado a estar pintados en una tela. Algunos sí lo han estado. Han sido cuadros pintados en telas. Otros todavía no, o no del todo. Son cuadros que vienen llegando. Como unos jazmines del cielo, que siento que están en la sala de mi departamento en João Pessoa. O unas hortensias que también siento que llegan allí o están allí. Las hortensias ya han ido llegando, y en algún sentido, ya llegaron. Y siguen allí. También hay un cuadro rojo amarillo, que ya ha llegado en algunas versiones pintadas. Otras están llegando. Unas y otras son compañías. Muy agradables. Son sensaciones, sentimientos. A veces en la oración estos sentimientos también vienen. O ya están allí. La realidad de estos mundos es sorprendente. Anoche andaba por el centro de Mendoza. La peatonal. La legislatura. La plaza Independencia con sus árboles inmensos, extendiéndose como ríos en el cielo. Como plantados en el aire. Y al cruzar la calle en dirección al centro, una sensación de que todo esto siempre había sido de este mismo modo, y seguía siendo de ese mismo modo. Como si no hubiera pasado nada. Ni el tiempo ni nada. Me sentí emocionado, positivamente. La gente andando para arriba y para abajo. Toda la vida de la noche. Y ahora ya este sábado. Esta tarde de sábado en la que todavía la siesta. Y los gorriones y los malvones allá afuera y aquí dentro, en mí. Toda esta vida tan tenue y tan bella. Quieta, inmóvil. Siempre estuvo y siempre estará allí, aquí, por todas partes.

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