terça-feira, 1 de dezembro de 2015

Presencia

Muchas veces me pasa que, por no tener nada que hacer, me pongo a escribir. Cuando escribo, cuando voy viendo las palabras y las frases formándose, me viene una sensación muy buena. La sensación de estar donde debo estar, haciendo lo que me cabe hacer. Entonces dejo que vengan las palabras. Alguna cosa viene llegando. Las flores. La montaña. El lago, el parque. Todas estas cosas. Los álamos. Las calles de Mendoza pintadas por los jacarandás. Los gritos de los niños y niñas de la escuela. El aguaribay. La jarilla. Los ríos que bajan cantando. Y los amigos y amigas que se van multiplicando. Hoy miraba, mientras hacía gimnasia, en esta dirección. Gente de varios lugares de Argentina y Brasil. Me alegré entonces y me alegro ahora. Los amigos y amigas son como las flores del jacarandá, que en esta época, pintan de lila el piso y el cielo. La familia es lo amarillo, el centro de la flor, donde está Dios. Amigos y familia. Dios. Flores. Vida.  

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