¿Qué es lo que podrías llegar a escribir a estas horas de
la mañana? Tantos tiempos en un día. Días chiquitos, días de unas fracciones de
segundo. Como ser ayer yendo a la reunión de los jueves, los escalones que
subían hacia la sala del encuentro. O ahora, esta madrugada, en que el tic tac
del reloj te trae como en un fino rosario, el hilo de los acontecimentos
presentes y pasados. Pasados y presentes. Este tiempo de mañana es tan
especial. Un silencio, una quietud. El sentir el espacio de los libros leídos y
escritos como una especie de arca de Noé, un lugar que te resguarda, un espacio
como un nido. Y saber que en la convivencia con las personas a veces nos
topamos con algunas que no respetan los límites. No respetan, entonces uno se
hace respetar. Tolerancia no es aceptación. Uno aguanta a veces, hasta que
llega el momento oportuno. Entonces le das un basta a quien sea. Es tu espacio,
tu lugar. No puede entrar cualquier cosa. No puede entrar veneno. No podés
obligarte a escuchar lo que te ofende y quedarte callado. Amarse a uno mismo involucra también eso.
Decir no. Esto no. Esto no, de ninguna manera. Autodefensa. Autoestima. Es
necesario. También respetar uno mismo las fronteras entre lo que debe y lo que
no debe ser dicho. Hay cosas que no debemos decir. Hay algo que no debe ser
dicho. Hay cosas que pertenecen al silencio. Están en un lugar de donde las
palabras no las deben sacar.
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