A veces uno no tiene nada que hacer. Entonces deja
que la vida venga. Un libro publicado puede ser un lugar para vivir. Es un lugar
donde uno vive. Yo vivo allí. Es una especie de nido donde me anido. Un lugar
hecho com mis propias manos. Cuando voy poniendo letras em el renglón y veo las
palabars que se van formando, respiro hondo. Voy ocupando mi lugar. Voy siendo
eso que va viniendo. Soy eso que está allí escrito, esos sentimientos, esas imágenes,
esas experiencias, ese mundo que fui construyendo y sigo construyendo con mis
manos.
Una tarde como ésta, o en otro momento cualquiera, las cosas que fui
escribiendo fueron formando y siguen formando una especie de gran capullo, una casa
inmensa que es el mundo en el que habito. Es un mundo donde está todo el mundo, toda la gente,
pero no de cualquier forma. Es ya un mundo manufacturado, hecho a la luz de mis
sentires y pensares, fruto de mis elecciones.
Es como si hubiera ido tejiendo
cada pedazo de vida que me es dado vivir. Entonces muchas veces los instantes
son momentos vírgenes, donde se reúne un pasado que he ido pasando en limpio, y
un aquí y ahora que está como si dijéramos, bajo la luz del futuro, en la
esperanza de lo que vendrá. Una sensación de nacimiento que se repite con frecuencia.
Así hay momentos en los que me siento como si estuviera en los brazos de un río
que me lleva. Voy nadando y dejándome llevar por la corriente. Puedo ser yo.
Puedo estar aquí. Puedo ser yo y estar aquí. En realidad, solamente puedo ser
yo y estar aquí. Este aquí es un lugar preciso y vasto al mismo tempo.
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