A
veces miro este año 2014 que esta por terminar, y veo la imagen de
un arbol. Me veo obligado a escribir sin poner los acentos donde es
debido, ya que hay algunas cuestiones tecnicas que lo estan
impidiendo. Pero con o sin acentos, escribir sigue siendo mi mejor y
principal forma de estar en el mundo. Lo que quiero decir ahora es
que veo un arbol, si. Un arbol que vi internamente en Cuiaba, Mato
Grosso, Brasil, este año.
El arbol de la vida. El arbol de mi vida.
Me gustaria poder resumir este año en una sola palabra, pero viene
varias: aprendizaje, crecimiento, unidad, integridad, integracion,
raices, frutos, florecer, familia, amistad, eternidad, eternizacion.
Veo como en un pantallazo todos los lugares donde estuve. Las
situaciones que me toco y me sigue tocando vivir. Algunas de estas
situaciones bastante dificiles, en el plano de la salud en la
familia.
Pero aun estas, y otras tambien, en el plano de la
convivencia, son como abono, estiercol, algo que --como el pasado--
se va pudriendo y alimentando el arbol que sigue creciendo,
manteniendose, enfrentando tormentas y lluvias, vientos. Hay otras
palabras que van viniendo, en esta evocacion de lo que esta siendo
este año de 2014: confianza, fluir. Cada una de estas palabras,
involucra otras.
Forman como raices y ramas que se van entrelazando y
constituyen un nido, una casa, un envoltorio en el que cabe la vida.
Cabe este instante. Cabe cada segundo, cada pedacito de tiempo que me
es dado vivir. Hay una palabra que tambien esta llegando en este
momento, y la dejo venir: amor. El amor es algo concreto, es algo que
existe realmente en la vida, en mi vida.
El amor une todas las cosas.
Es como el silencio, es como el aire, es como la propia vida. Uno
trata de abarcar lo que existe, abarcar la vida tal como es, tal como
va siendo, y abarcarse tambien. Llegar a comprender lo que vive, lo
que va viviendo. Entonces aparecen las caras, los lugares, las
personas, los sentimientos. Los cursos de formacion en Terapia
Comunitaria Integrativa en los distintos lugares de Argentina y
Brasil en los que tuvieron lugar.
Y es como si esas rondas y las
reuniones de familia --en momentos criticos y en otros de festejo y
de conversacion, de compartir -- se unieran a todos los otros
momentos, a los viajes, las terminales de omnibus y los aeropuertos,
los caminos y paisajes. Y entonces en estas palabras que van llegando
a su fin, es como si se fuera dibujando otra vez el arbol de la vida,
ese arbol que vi en Coxipo do Ouro, Mato Groso, Brasil.
Entonces
supe, como se ahora, en este momento, que el pasado y el presente, la
luz y la sombra, lo negativo y lo positivo, lo luminoso y lo oscuro,
forman una unidad, son los lados del tronco del arbol de la vida.
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