sábado, 20 de dezembro de 2014

Observación

Una de las cosas que más me llama la atención, es el movimiento del pensamiento. Cuando digo pensamiento, es también la propia atención, la percepción, los recuerdos, la imaginación, el deseo. O sea, la vida interior, en resumidas cuentas. Esta mañana, por ejemplo, me entretuve viendo lo que había ocurrido en los primeros momentos del día. El despertar, ver el sol iluminando el cielo, las nubes. Esto me alegró. Un día más. Vivo. Los recuerdos del día de ayer. El paseo por el parque. Varias sensaciones de familia, nacimiento, espera, esperanza, fe, pero no la fe aprendida, solamente, y sí una fe más tenue o diluida, que subyace a la propia vida. 

Una confianza de que todo va a dar cierto. Todo va a salir bien. Todo sale siempre bien. La película que vimos anoche. La chica campesina que se enamora del abogado de Londres que promete volver y vuelve, pero ella ya había muerto. El diario debajo del portón del garaje. El primer té, que todavía estoy tomando. Todo esto pasó en menos de una hora. Sé que me he salteado muchísimas cosas que pasaron, pero esto es solamente para dar una idea de lo rica que es nuestra vida interior. Y, sobre todo, para registrar para mí mismo, cuál es uno de mis principales focos de atención e interés.   

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