quinta-feira, 18 de dezembro de 2014

Recreando la vida

Cuando empecé a escribir del modo como lo vengo haciendo, de manera continua y cada vez más suelta y libre, en 2001, no imaginaba que iría a llegar adonde estoy, adonde sigo llegando, un terreno en abierto, de continuos descubrimientos. Un ir abriendo puertas hacia mi propio interior, que continúa mostrándose como un lugar en constante renovación, en perpetua exhibición de reflejos de mí mismo que me van dando cada vez más una sensación de vida nueva, de familiaridad conmigo mismo. 

Y también escribir es, al mismo tiempo, como todo lo que es humano (marcados que estamos y que somos, por la reciprocidad, por la complementación de perspectivas, por la co-responsabilidad), un ir simultáneamente abriendo puertas hacia afuera, hacia otras personas que se encuentran en lo que escribimos, y que nos devuelven reflejos de nosotros mismos que solamente nos son accesibles en el diálogo. En este momento, me gustaría enfatizar esto, en primer lugar: cómo el escribir es ir haciéndome cada vez más dueño de mi propia vida, en la medida en que al hacerlo, voy registrando lo que me ocurre interna y externamente, y, al hacerlo, dejo de vivir en un mundo extraño y distante, ajeno y hostil. 

Cada vez más, este mundo y este vivir adquieren una cualidad de integración, de unidad, de unicidad. Esta sensación de estar haciendo parte, de ser parte del mundo -- un mundo que no excluye lo abominable, lo bajo, lo que repugna a la conciencia humana -- en buena medida la he ido obteniendo al irme integrando cada vez más a la Terapia Comunitaria Integrativa, un espacio en el que el ser que soy, se reconoce en las historias de vida de las demás personas. Un lugar en el que se pierde la sensación de enajenamiento, a partir de la escucha activa, que nos repone en el tejido humano y social, tanto individual como colectivamente, familiarmente, etc. 

La vida es fugaz, de algún modo sabemos que en algún momento iremos a dejar esta forma de existencia que actualmente estamos ejercitando y disfrutado. Pero a través de estas cosas que aquí estoy comentando, o sea, (1) a través del escribir como ejercicio del auto-descubrimiento continuo que al mismo tiempo construye una constante familiaridad renovada del mundo y de la vida, y (2) a través de la Terapia Comunitaria Integrativa, que recrea la sensación de pertenecimiento en la medida en que nos vemos viviendo una vida que, aunque sea (como lo es, de hecho), absolutamente singular y única, al mismo tiempo es tan parecida en lo esencial, a tantas otras vidas que empiezan a formar parte de la nuestra a partir del momento en que empezamos a vernos y a vivir de manera integrada, vamos cada vez más haciéndonos habitantes de un tiempo continuo, en el que hay una sensación de eternidad.  

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