segunda-feira, 9 de fevereiro de 2015

Escribiendo

A veces no sé qué hacer. Entonces me pongo a escribir. Es una forma de estar conmigo. Entonces es como si aquí, en este simple acto de ir poniendo letras en el renglón, toda mi vida se reuniera. Como si en estas palabras que bajan a la hoja en esta tarde de febrero, estuvieran reunidos todos los pasos que he dado en esta vida. Como si cada letra, cada palabra, fuera yo mismo. Y son yo mismo. A veces me he descubierto escribiendo como intermediario. Tercerizado. Pero esos escritos, gracias a Dios, no han sobrevivido. Era cuando me ponía en una especie de postura de quien se las sabe todas, quien quiere decirle a los demás como son las cosas. Creo que a un escritor se le pueden perdonar estos deslices. He tratado de evitarlos tanto como me ha sido posible. Y el escribir, entonces, se ha ido transformando cada vez más en un lugar de encuentro. Escribir es para mí una operación que me trae de vuelta. Una actividad en la cual voy viniendo cada vez más. Por eso escribo aún cuando no tenga nada que decir. Escribo, y así, vengo.

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