sexta-feira, 6 de fevereiro de 2015

Integración

Esta mañana, hice este cuadro azul y blanco. Azul ultramar al fondo, blanco a la derecha. Como siempre, el proceso es más interesante que el resultado. Muchos otros cuadros vinieron a mi memoria. Muchas sensaciones: de paz, tranquilidad, integración, unión, unidad. Y una enorme alegría, que se me figura sea un eficaz antídoto contra el miedo. Estaba muy contento mientras iba dejando que los colores adoptaran sus formas en la tela. La alegría barre el miedo. Una alegría infantil, por simplemente estar haciendo algo placentero. Más temprano, había estado pensando en el poder revolucionario de ser yo mismo. No creo que haya algo tan placentero como ser uno mismo. Siento mis raíces. Raíces que he visto en el patio del CEFOR de João Pessoa, Paraíba, Brasil, y en un eucaliptus del parque San Martín, de Mendoza, Argentina. Raíces. El suelo, la tierra. El lugar desde donde uno nace y crece. El lugar que uno es. En estos últimos días he estado escribiendo algunos textos que resúmen este estado, de ser yo mismo.

A veces me parece haber terminado esta tarea, pero todo va y viene, uno vuelve a apartarse, y otra vez empieza a volver. Es un vai ven. Nada está listo, ni terminado. Todo está en proceso. Todo es un proceso de irse completando. Y algo que experimenté esta mañana al pintar, es que el azul y el blanco estaban allí, en la tela, pero el cuadro estaba siendo pintado del lado de acá, en mí mismo. El cuadro era yo mismo. Lo mismo que me está ocurriendo con mis escritos. Están allá y me contienen. Mis escritos forman el mundoen que vivo. Ellos son yo mismo.

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